En medio de la revolución educativa que estamos viviendo es necesario de vez en cuando hacer un alto en el camino y pararse a pensar. Todas estas metodologías que estamos introduciendo en las aulas, ¿para qué valen?, ¿qué logro con ellas?, ¿cuándo debo usar una u otra?

Desde la filosofía podemos ayudar a darle un sentido y una justificación a estas y otras preguntas, ayudando así a nuestros compañeros a comprender la importancia que tiene para el futuro académico y profesional de nuestros alumnos el acercarse a los contenidos a través de las metodologías activas.

De este modo, una posible respuesta o acercamiento a la primera pregunta podría ser que la naturaleza de las nuevas metodologías permite que los chicos y chicas tengan un papel activo en su aprendizaje, que construyan ellos mismos el conocimiento, favoreciendo así que sea significativo y que sea duradero. Para más inri, sólo a través de estas podemos ayudar a que desarrollen competencias necesarias para su futuro, un futuro en un mercado laboral que ha cambiado el perfil de trabajador que necesita. Personas flexibles, que se autoreinventen, capaces de trabajar en equipo y colaborar, capaces de innovar y buscar soluciones  a problemas… Por ello, el pensamiento crítico, la comunicación, el pensamiento alternativo, la creatividad… deben ser objetivos en nuestras asignaturas, objetivos que no desplacen a los contenidos, sino que sean trabajados y logrados por los alumnos en el proceso de elaborar y asimilar los contenidos. En ese sentido la filosofía está de suerte, pues nada podríamos desear más que ayudar a formar ciudadanos autónomos, críticos, capaces de pensar, preguntar, responder y construir por sí mismos y de manera auténtica.

La última pregunta planteada «¿cuándo debo usar una u otra?» es sin duda de las más difíciles de contestar, sólo a través de la reflexión, unida a la experiencia empírica de cada metodología, podemos comenzar a reconocer la fuerza de cada una de ellas.

En particular es complejo saber reconocer cuándo usar una herramienta Web 2.0 o cuando usar otra. Hoy nos centraremos en intentar aportar un poco de luz a esta problemática.

Más de una vez durante el curso nos habrá pasado que hemos elegido una herramienta Web 2.0 que quizás no era la adecuada para lograr ayudar a nuestros alumnos a desarrollar la competencia que queríamos que fomentasen con esa actividad.

Debemos tener en cuenta que hay ciertas competencias y habilidades que son difíciles de trabajar con las herramientas Web 2.0, si por ejemplo queremos trabajar la capacidad relacional, quizás nos interese más usar un Visual Thinking, si queremos potenciar la competencia comunicativa oral, será mejor que hagamos una actividad con cooperativo o en comunidad de indagación, para un aprendizaje más individualizado la mejor opción es realizar una paleta de inteligencias múltiples…

Pero del mismo modo que algunas competencias son difíciles de trabajar o hay mejores opciones para trabajarlas que con las Web 2.0, también nos encontramos con algunas competencias que sin duda, serán potenciadas gracias a estos recursos en línea (aunque no sólo con ellos).

De este modo, si lo que buscamos es desarrollar la creatividad, la resolución de problemas, la autonomía, la iniciativa, la competencia digital, el pensamiento crítico o la comunicación escrita, encontraremos en las herramientas Web 2.0 unas grandes aliadas.

Os dejo aquí una infografía en la que se especifican algunas de las mejores herramientas para trabajar cada competencia, teniendo en cuenta que la capacidad para resolver problemas no se desarrolla con ninguna en particular (aunque hay algunos juegos digitales muy buenos para ello como «Lure of the Labyrinth«) sino con la adquisición de otras como la iniciativa, el pensamiento alternativo y la creatividad, el pensamiento deductivo…

Espero que esta infografía os pueda servir como guía a la hora de elegir qué herramienta emplear en cada actividad.

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