Han pasado siglos pero el consejo griego «Conócete a ti mismo», del que tenemos constancia histórica desde que quedó grabada la inscripción en el Oráculo de Delfos, jamás ha dejado de tener vigencia.

El proceso de conocerse a uno mismo lleva al individuo a  ser consciente de sus capacidades, destrezas, habilidades, virtudes, y también de sus limitaciones y defectos. Desde este conocimiento pueden por tanto los adolescentes comenzar a construir su proyecto de vida y a enfocar su futuro, un futuro que, partiendo del conocimiento de uno mismo, podrá ser elegido conscientemente y no se convertirá en una casualidad que les sucede sin haberse dado cuenta de cómo han llegado hasta allí.

De conocernos a nosotros mismos depende no solo nuestro futuro, sino nuestro presente, pues en esta autopercepción radica el sabernos capitanes del barco de nuestra vida, entendiendo los problemas que nos surgen en el día a día y sabiendo cuál es la mejor solución para ellos.

Por ello, en la asignatura de 2º ESO «Educación para la ciudadanía y los derechos humanos» hemos jugado al juego Ikonikus. Un juego que permite a los alumnos de 13 años tomar conciencia de sí mismos y de sus sentimientos así como de los compañeros y potenciar su empatía.

Este juego se ha realizado como actividad final del tema «Yo, persona» y busca que, partiendo del individuo, se llegue a la conclusión de que entender a los demás, es base imprescindible para construir una sociedad más humana en la que exista un respeto basado en el conocimiento y la comprensión de los demás.

Estoy deseando encontrar más juegos como este para poder llevarlos a las aulas pues, realmente, si buscamos una sociedad tolerante, respetuosa y formada por buenas personas, es fundamental que estas sean capaces de ver a los demás como iguales y desarrollen la empatía lo máximo posible.

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